29 de enero de 2013

CAMBOYA, PRIMEROS DÍAS

Cambio radical el que hemos tenido en Camboya. Inicialmente queríamos visitar Vietnam y después Camboya; pero vimos que el viaje se convertía en una carrera diaria, así que hace unos días decidimos visitar a fondo Camboya y dejar Vietnam para otro viaje. Con Laia, y eso que es una pasada como acepta los traslados, hay que hacer las cosas a otro ritmo. La decisión ha sido todo un acierto, nos está cautivando este país y su gente.

Llegamos a La capital del país, Phnom Penh, y nada más coger el taxi que nos llevaba al hotel, alucinamos con lo que vimos. Miles de motos, tuk-tus, bicicletas,... moviendose hacia donde querían, cruzando las calles sin semáforos, en contra dirección, motos con una familia entera encima, motos transportando encima cosas inimaginables... Hemos estado en otras ciudades con tráfico peculiar (Bangkok, Arequipa, Buenos Aires,...), pero esta se lleva el premio gordo. Los quince minutos del aeropuerto al hotel ya nos dieron una idea de lo que veríamos en este país.

No necesitan coche, hemos visto combinaciones de todo tipo encima de motos


Llevan todo lo inimaginable encima de las motos, colchones, sacos de fruta, cerdos,...
Para entender la forma de vida y las gentes de este país, hay que conocer su historia, especialmente la de los último años. En los años 70, los Jemeres Rojos se adueñaron del país e impusieron un régimen donde los campesinos se adueñaron de todo, intentaron crear una cooperativa agraria descomunal, y se dedicaron a hacer trabajar como esclavos a toda la gente de las ciudades. Además ser intelectual, saber algún idioma o llevar gafas era motivo suficiente para ser asesinado. Hambrunas, epidemias, matanzas acabaron con dos millones de personas en tres o cuatro años. El país está lleno de Killing caves, Killing fields, fosas, cuevas, algún museo donde se pueden ver atrocidades que explican los propios camboyanos...no hemos querido visitarlos, primero por Laia (hay imagenes que todav'ia no tiene que ver) y segundo porque con lo que nos han ido explicando los autóctonos y algunos extranjeros que los han visitado hemos tenido suficiente (me acuerdo de una señora mayor canadiense que nos encontramos en un bus... se le escapaban las lágrimas de explicarlo, y nos decía que había visitado medio mundo). Por qu'e el mundo occidental permitió que pasarán estas atrocidades??, que cada uno saque sus propias conclusiones.
Los monumentos estan llenos de imágenes como esta y mucho peores
En Phnom Penh hemos pasado unos días interesantes, con una humedad alucinante, bebiendo litros y litros de agua; hemos visitado la Pagoda Real y sus jardines, los diferentes mercados típicos donde se ve el día a día de esta gente, diferentes templos que te vas encontrando por el camino, paseos por la zona del río donde ves el ritmo diario de esta gente, muchos traslados en tuk-tuk (a Laia le encantaban y se nos ha quedado dormida más de una vez)...y hemos conectado  mucho con la gente de la calle, Laia ha jugado con los niños de aquí... la verdad es que hemos estado muy bien.
Una humedad de locos, pero en el tuk tuk recuperábamos frescura

Pagoda real de Phnom Penh

Mercados que te encuentras en muchos sitios de la ciudad, llenos de gente
Como dice la guia Lonely sobre Phnom Penh, exótica, cautivadora, caótica, agobiante y compulsiva, un buen resumen de la capital de Camboya.

Des de Phnom Penh nos hemos ido hacia las zonas rurales del país, queríamos conocer la dura realidad del país. Los traslados en autobuses de aquí son toda una aventura, cargados hasta arriba, sacos de arroz dentro del bus, la televisión poniendo unos vídeos musicales y películas de lo más curiosos, el conductor utilizando el claxon cada diez segundos. Y para olvidar...los lugares donde paraba para ir al lavabo o a comer algo, jiji, preguntárselo a Anna. 

Grillos y cucarachas salteadas, menú en los lugares de descanso del bus
La ciudad que nos ha dejado enamorados es Battambang y sus alrededores. De entrada hemos visto muy pocos occidentales, hemos estado en un hotel llevado por una familia camboyana que nos han tratado más que como clientes (el día que nos fuimos salieron todos a la puerta a despedirnos, cocinera, camareros, los hijos, jiji) y hemos palpado de verdad como vive la gente sin recursos. El sentimiento con el que nos vamos de aquí es de felicidad por la gente que hemos conocido y de tristeza por todo lo que hemos visto. No entendemos como esta gente siempre tiene una sonrisa en la cara.


No pararíamos de explicar historias y anécdotas, pero el día que conocimos a Joe, un conductor de tuk- tuk que nos llevó a conocer la zona rural de Battambang, quedará marcado como uno de los días más intensos de nuestra vida. Visitamos templos preciosos. Vimos la cantidad de niños que hay pescando con redes en el interior del río. Nos enseñó como hacen papel de arroz, pasta de arroz, el mercado de pescado donde trabajan días enteros a tres dólares el día. Nos emocionamos viendo algunas imágenes y con las explicaciones de las atrocidades cometidas en este país. Sólo el recorrido que hicimos ese día con él por ya vale toda  la visita a este país. 




En Battambang hemos tenido tiempo de visitar una granja de cocodrilos llevada por una familia con una hija que tan solo era capaz de comer dos cucharadas de arroz al día, necesitaban un medicamento que solo se puede comprar en Tailandia y no tenían forma de conseguirlo. Pero tambien te encuentras mucha gente que viene a estos lugares a ayudar; visitamos un circo impulsado por unos franceses para ayudar a niños huerfanos camboyanos.

Os preguntaréis que hace una niña de cuatro años por aquí?? Pues Laia ha estado genial, no pretendemos que entienda lo que pasa porque es muy pequeña, pero creemos que ver a los niños de este país también le ha ayudado de alguna manera. En el hotel ha jugado mucho con Core, el hijo de cuatro años del cocinero, han sido la atracción de todo el mundo, no se entendían nada pero se lo pasaban en grande. El último día, sin decirle nada nosotros, Laia le dió un libro de stickers del que no se desprendía desde hac'ia meses y un bote de hacer burbujas a Core. Como dice Anna, lo que le ha quedado marcado a Laia es que aquí los niños no tienen juguetes, me imagino que es su particular manera de entender la pobreza de esta gente.
Con su amiguito Core


23 de enero de 2013

SINGAPUR

El viaje a Singapur desde Melbourne comenzó con algún que otro contratiempo, alguno tocaba ya que hasta hoy todos los vuelos habían ido impecablemente. Se retrasó la salida tres horas porque el interior del avión estaba a 50 grados!!! Decían que no podían bajar la temperatura interior, menos mal que en la zona de embarque teníamos un parque infantil donde  Laia estuvo jugando muy a gustito.

Llegamos de madrugada a Singapur, nos subimos a un taxi con un yayo que no entendía nada de lo que decíamos, pero que consiguió llevarnos al hotel. En cuanto al alojamiento Singapur es muy caro en las zonas céntricas; nosotros nos alojamos en un hotel muy nuevo, barato y al lado del MRT ( el metro de la ciudad). El único pero, es que estábamos en el barrio de Geylang, el barrio rojo, pero hemos estado muy bien, Singapur es una ciudad muy segura e incluso en este barrio nos hemos movido sin problemas. Además para conocer los sitios que visitas es necesario moverse por ciertas zonas sórdidas que te muestran la realidad de cada lugar.
Sorprende verlos vender en la calle Viagra y todo tipo de estimulantes en pleno barrio Geyland
 El primer día aprovechamos la mañana para visitar el CBD de Singapur, con su estatua de Merlion (símbolo de la ciudad), el famoso hotel Marina y ya empezamos a ver que esta ciudad y su skyline nos iba a sorprender. También nos fuimos por la zona de Orchard Road, lugar donde hay más de doscientos centros comerciales, uno al lado del otro, y de unos lujos que alucinas. Aquí Anna comenzó a tener pequeños ataques de ansiedad, jijiji, es lo que tiene llevar tres meses sin comprar nada para ella, bueno en Melboune ya tuvo su regalito.
Vista del Marina Bay de dia, de noche...
Parque de Merlion
Ese día nos dio un ataque de calor que nos tuvimos que meter en un centro comercial a refrescarnos, aquí la humedad es asfixiante y cuando además sale el sol, caminar por la ciudad es duro, duro. Dos horas después cayó un chaparrón que parecía que se acababa el mundo; es el clima de Singapur.

De allí acabamos en Little India, donde las calles tienen el típico olor a especias y comida India. En esta ciudad multicultural las diferentes etnias se suelen agrupar en barrios. Leímos que cuando se hacen pisos de protección oficial se suelen adjudicar por zonas a mismas etnias, para evitar conflictos o problemas por la diferente forma de vivir. Llegamos reventados al hotel, como cuando viajábamos sin Laia, fue una sensación que hacia tiempo que no sentíamos.
Uno de los muchos templos que te encuentras en medio de Little India
Al día siguiente estuvo lloviendo toda la mañana, así que decidimos quedarnos en el hotel, en tres meses de viaje creo que es el primer día que lo hacíamos, la Laia haciendo faenas del cole, Anna leyendo y yo...haciendo de recadero a por comida y bebida. Por la tarde nos fuimos al Gardens the Bay, un parque artificial detrás del hotel Marina, para ver de noche un espectáculo de música y luz en unos árboles artificiales que han construido. De alucine, por lo menos para nosotros, nos encantó, pero es que cuando atravesamos el hotel y vimos toda la bahía y el skyline nocturno de Singapur...sin comentarios.


No es que hayamos visto medio mundo, pero en cuanto a panorámicas nocturnas de ciudades, no hay color, Singapur se lleva la palma en cuanto a espectacularidad y colorido. Lo estuvimos recorriendo de todos los lados, por los puentes, edificios,...hasta qué Laia cayó dormida en nuestros brazos.

El último día lo aprovechamos para ir al zoo, menos mal que no llovió porqué sino a la peque le hubiera dado un patatús, ya desde Melbourne contaba los días para que la lleváramos al zoo. Las entradas las compramos en un centro de información y afortunadamente no tienen fecha de entrada, creo que tienes un margen de 3 meses para congelarlas, así que perfecto porque con lo que llueve aquí te puedes estar 4 días con agua. Fuimos en un bus que nos dejó en la puerta, hacía varias paradas por algunos hoteles y en media hora larga estás, y es que el zoo está a las afueras de la ciudad, en medio de una selva.
Vaya zoo, no huele a zoo!! Los que somos de Barcelona sabemos qué quiere decir eso. Y los animales de mueven!!! De entrada sorprende por el entorno, realmente entras y es como una selva con senderos, a la izquierda de repente ves gente haciendo fotos a los árboles que tienes al lado y es que resulta que hay un chimpancé saltando y haciendo el mono sin parar de un lado al otro. No está encerrado en una jaula, y el súper cocodrilo gigante está en el río que tienes debajo. Vamos, que te asomas un poco y te caes al agua.  Es una gozada ver a los animales así.  El tigre blanco es impresionante, al tenerlo tan cerca ves lo peligroso que puede llegar a ser. Además no paraba de moverse, Manel decía que era porque se nos quería comer! Eso de tener a la gente tan cerca debe de ser una gran tentación.



Es otra concepción de zoo, lo tienen muy bien pensado. Tienen varios espectáculos que los hacen un par de veces al día, así que te da tiempo a verlos todos. Nosotros nos fuimos directos al de los elefantes, y es que la peque es de la clase de los elefantes de P4 y cuando volvamos harán el proyecto, así que nos ha venido de perlas. Tienen unas gradas para sentarte y micro en mano una chica va amenizando el espectáculo con los 4 elefantes que participan.  Es muy curioso de ver, y los peques se flipan.  Empiezan metiéndose al agua y remojándote con la trompa, y luego les hacen hacer algún equilibrio sobre troncos, o te muestran la fuerza que pueden hacer con la trompa... Vamos, como cuando a un perrillo le haces que te de la pata, que se tumbe, o que salte, pues igual pero con varias toneladas más. Y el remate final al que no te puedes resistir es cuando se acaba el show y te dicen que por 5$ les puedes dar una cesta de comida con manzanas, plátanos y zanahorias. Así que imaginaros a los niños alargando el brazo para darles de comer, no me resistí ni yo!
 

Y bueno, para acabar de hacer más significativo el proyecto, por el módico precio de 8$ más nos montamos encima del elefante. Te dan un paseíto corto, pero bueno, ya podrá decir que se ha subido en uno. Espero que no se le olvide y lo pueda explicar dentro de un par de meses a los niños de su clase, tenemos mil fotos y vídeos para enseñar. Otra genialidad del zoo es el parque acuático que tienen. Sí, y lo disfrutan más cuanto más pequeños son, así que nos fue genial. Toboganes de agua, fuentes, chorritos, mini piscinas que no les llegan ni a las rodillas... El problema es que qualquiera les hace salir de allí!!! Menos mal que compramos la entrada con la opción de poder moverte en unos mini trenecitos que te van llevando por todos los sitios, porque un día aquí agota hasta a los más mayores.
Acabamos empapados padres y peques
Nos ha faltado por recorrer un par de sitios de Singapur, pero como tenemos que volver un día por un enlace hacia Indonesia ya aprovecharemos para hacer lo que nos falta. De momento nos llevamos una buena impresión de esta ciudad, transportes eficientes y puntuales, gente muy educada, aunque un poco antisociales( en el metro con el vicio de dispositivos móviles que llevan), comida barata de todas las culturas y sabores, muchas opciones para niños,...
Comiendo en la calle a precios irrisorios, la teneis que ver intentado comer con palillos...
  Eso si, es una ciudad de contrastes, tienen unas leyes durísimas en muchos aspectos banales (prohibido comer chicles, multas deshorbitadas por pequeñeces,...) y sin embargo alucinas con la prostitución en ciertas zonas de la ciudad. Intentamos entender cada sitio que visitamos, tampoco vamos ni queremos cambiar el mundo, además las noticias que nos llegan de casa con la cantidad de corrupción que se está destapando en España no es como para entrar a dar lecciones a otras sociedades.

16 de enero de 2013

MELBOURNE Y GREAT OCEAN ROAD

Otra etapa de viaje acabada, después de casi un mes por Nueva Zelanda hemos vuelto a Australia, ahora a la zona de Melbourne. Llegamos tarde al aeropuerto, así que pasamos la noche en un hotelito sencillo y por la mañana alquilamos un coche, esta vez si que ha sido un vehículo como dios manda, que gozada por fin!!!

Laia con su nueva adquisicion, una maleta con ruedas para sus libros y juguetes
Y salimos caminó de Torquay, pueblo en el que comienza la Great Ocean Road, una carretera que va bordeando la costa sur de esta zona de Australia y que habíamos oído que valía la pena, la verdad es que se confirmaron todas nuestras expectativas. Igual que en Nueva Zelanda día a día íbamos montando el recorrido y hacia donde ir, opción que aconsejamos ya que permite variar ruta en función de la meteorología o de quedarte en  zonas que te gusten mucho. Además los centros de información de estos países de las antípodas son increíbles, aquí en Australia los que te ayudan son yayos que se les ve que disfrutan explicando todo lo que necesitas.

Veníamos de ver bastantes costas y playas, pero las de la GOR seguramente las ha superado; Bell's Beach, playa de surferos por excelencia, Apollo Bay,...eso si, hasta los bañistas llevan traje de neopreno, el agua está fría, fría. Como dice Anna, la peke ha debido salir con el gen Casoni porque se mete al agua haga esté como esté. En Apollo Bay...jaja...nos pasó una muy buena con Anna. El día que más nos ha encontrado encontrar sitio para dormir, después de mucho buscar Anna por fin encuentra una habitación en un motel del pueblo, le explican como dejar el coche por la zona de de detrás y entrar por ahí al motel. Me fió de su orientación, descargamos maletas, abrimos una puerta azul, subimos unas escaleras y vemos una zona de estar súper guapa, con un tipo tomando una cerveza en el sofá y viendo la tele. Anna pensó "que bien, zona común y todo", pero cuando vi la cara de flipado del hombre...estábamos en medio de su casa los tres cargados con las maletas!!! Menos mal que el carácter de esta gente es de buen feeling, ya veis todo abierto sin problemas.

Bell's Beach
En las zonas colindantes de esta carretera sabíamos que se podían ver canguros, koalas, emis y puerco espines, entre otros animales. Hemos tenido suerte y los hemos visto todos en libertad. En el campo de golf de Anglesea es donde más fácil nos ha sido ver canguros, especialmente el día que madrugamos y fuimos pronto. Lo pasamos genial viendo 40 o 50 canguros campando a sus anchas, caminábamos entre ellos sin problemas, que ilusión le hacían a Laia y también a nosotros, no paraba de imitar sus saltitos, aunque los grandes impresionan como se mueven.


Alucinada ya desde primera hora de la manana con su Winnie de dormir y los canguros

La que se ha vuelto loca haciendo fotos de koalas ha sido Anna, si hubiese podido se hubiera traído uno de viaje. En la carretera que va al Cape Otway hay un bosque de eucaliptos espectacular y allí se pueden ver decenas. La mayoría están todo el día durmiendo abrazados a las ramas de los árboles, pero no te cansas de mirarlos. Además tuvimos suerte y en un camping vimos a uno como subía por las ramas y comía hojas de eucaliptos.





De la Great Ocean Road la zona más bonita es la de los Doce Apóstoles, Lord Arch y London Bridge. El fuerte oleaje del mar ha ido moldeando la costa durante años dejando unas formaciones rocosas sorprendentes que, combinadas con el mar y las playas, hacen un paisaje bonito, bonito. Te quedarías horas sentado mirando la costa sino fuera por un problema, bueno cientos. La zona está plagada de moscas, cientos que no paran de perseguirte, os aseguro que en mi vida había visto nada igual. No pican ni nada, pero como molestan; es muy gracioso ver a la gente pasear y dando manotazos a todo lo que se mueve.


Zona de los Twuelve Apostles, aunque ya solo quedan tres

London Bridge, hace unos anos se llegaba a esas rocas, pero el mar las separo
La peke de la casa sigue pasándoselo genial, el día que dormimos en Warrnambool había un parque infantil lleno de tirolinas, columpios, laberintos, barquitos... Y antes de bajar del coche nos suelta " papa, cuando veas un parquing, aparca que nos quedamos a vivir aquí", "madre mía, tenen de tot aquestes ciutats per nens". Nos estamos riendo un montón con ella, además ya sabe leer, ha aprendido con el mapa de carreteras de Nueva Zelanda, en los ratos de coche y con los nombres más raros que os podáis imaginar ( Kaikoura, tasmania, Tongariro,Taupo...).
Después de unos días de ruta de coche hemos llegado a Melbourne, haciendo coincidir expresamente los días con el inicio del Open de Australia de tenis. Si Sydney nos cautivó por su ciudad, las playas que la rodean,... Melbourne tiene un ambiente callejero que le da un aire especial. Quizás porque ha coincidido con el torneo de tenis, o porque hemos pillado un clima ideal, pero es una ciudad que está hecha para vivir en la calle. No hemos parado de disfrutarla, salíamos del hotel por la mañana y volvíamos rendidos a la noche. Arquitectura variada, edificios modernos, infinidad de parques, acuario, el ambiente en zona de Federation's Square y el río, restaurantes de todas las culturas y precios...me hubiese quedado muchos más días.

Estas ciudades siempre combinan edificios antiguos con rasccielos del CBD

Disfrutando del acuario, gracias a los pases del torneo hemos ido gratis a muchos sitios
Pero sobre todo hemos disfrutado del Open de Australia; gracias a Marcos, primo de Anna y entrenador de A.Montañés, que nos ha conseguido tres pases que nos han permitido movernos a nuestras anchas por todo el torneo. Hemos visto partidos de tenis, hemos estado mucho con Ruben (gracias Cris por los libros, Laia esta como loca con ellos), Anna ha pasado grandes momentos en el sofa del comedor de jugadores viendo pasar a Federer, Sharapova y resto de tenistas, Laia ha disfrutado de un monton de actividades que hab'ia en el torneo, le han pintado la cara tres o cuatro veces (ya la conocian todos, jeje ). Mil gracias a Marcos, que nos ha cuidado genial, y a Ruben por todo.

En la Rod Laver Arena viendo jugar a Federer, vaya ambientazo

Animando a Ruben, eramos tres o cuatro espanoles rodeados de taiwaneses, de locos!!!
Aquí acaba otra etapa de nuestro viaje, mañana volamos a Singapur para comenzar nuestro recorrido asiático. No lo llevamos atado del todo, y según responda Laia lo haremos a un ritmo u otro. Además tenemos ganas de estar algunos días de relax en alguna zona que nos apetezca.



P.D: He intentado poner acentos y enes pero este teclado me ha vuelto loco, sorry

8 de enero de 2013

ÚLTIMOS DÍAS NUEVA ZELANDA

Ya estamos en nuestra última noche en Nueva Zelanda, llevamos prácticamente un mes por estas tierras y podemos decir que, por lo que se refiere a naturaleza, no hemos visitado ningún sitio que después de tantos días de viaje te siga sorprendiendo. Los que busquéis ciudades con historia, grandes museos… no es vuestro sitio; ahora a los que os encanten los viajes paisajísticos no podéis dejar de visitar este país. Eso sí, preparar la cartera porque barato no es que lo sea mucho, e intentar venir en épocas en las que el clima acompañe, en invierno ha de ser durillo moverte en campervan.
Chirstchurch tiene parques por todos los sitios, tranquilos, tranquilos
El último día por la Isla Sur visitamos Christchurch, ciudad donde hace un par de años hubo un gran terremoto; nos sorprendió que después de dos años hubiera tantos edificios en ruinas en pleno centro de la ciudad, parecía una ciudad fantasma, nos dio un poco de pena verlo todo así y solo de pensar como estaba la ciudad te das cuenta de la fuerza de la naturaleza.
Como este edificio hay unos cuantos en Christchurh
Estos días finales de viaje los hemos dedicado a ver y a disfrutar de algo que no esperábamos de Nueva Zelanda. Habíamos oído hablar  de sus bosques, geiseres, glaciares… pero lo que nos ha sorprendido es la fantástica costa que tienen; cientos de acantilados, bosques que llegan al mar, oleajes increíbles y unos colores que a Anna le han hecho sacar brillo a la cámara de fotos. No sabríamos si destacar la costa de Kaikoura, Bay of Plenty, Coromandel, Bay of Islands… hemos visto muchas playas y muchas carreteras de costa, todo un deleite para nuestra vista. Teníamos ganas de bajar el ritmo de viaje y holgazonear un poco tomando el sol, que nos ha acompañado gran parte del viaje.
Típica zona costera de Nueva Zelanda, aquí estabámos en Kaikoura

Aquí estamos disfrutando del buen tiempo con un kayac, Laia lo pedía cada día
En Coromandel  hemos pillado el único día de mal tiempo real en el viaje; haciendo la excursión a Cathedral Cove nos cayó la típica lluvia de aquí, llegamos empapados a la furgoneta pero estuvo muy bien. Eso sí, en este país llueva o haga solo, todos andan descalzos, ya sea sobre hierba, piedras, tierra,… de verdad que es muy curioso verlos, Laia se nos ha vuelto igual, todo el día descalza por todos los sitios.
Aquí se llega a Cathedral Cove después de un walking de una hora muy agradable
Por encima de Auckland, una zona menos visitada por los turistas, hemos tenido unos días geniales, tomando el sol en playas desiertas y… estando en Manghawei Heads, un autóctono de allí nos aconsejó ir a un cabo cerquita de allí, menos mal que le hicimos caso. Al llegar, vimos un montón de gente mirando el mar. Había unas olas que yo en mi vida había visto, nos dijeron que había un ciclón en el fondo del mar y por eso estaba así, que no era habitual. Cuatro socorristas para una zona de baño de 20 metros de ancho, no permitían más, y gente bañándose en los primeros metros de playa; pedí permiso a la jefa y me fui a intentar surfear las olas (sin tabla, jeje ). Os prometo que era imposible entrar en aquel mar, lo intenté con todas mis fuerzas pero la corriente era salvaje, a los surfers los tenían que llevar en zodiac para traspasar la zona de rompientes; me lo pasé genial.


Están muy locos los lifeguards, que saltos pegaban con la zodiac para traspasar las olas

Aquí estoy saliendo agotadillo de jugar con las olas, y la vigilante me decía que no saliera de la zona

Laia también ha disfrutrado mucho de las playas estos días, no cubren en los primeros metros y se ha pegado unos chapuzones tremendos con las olas que llegaban a la orilla, y mira que la temperatura del agua era fresquita. Un día llegamos a una playa y nada más tumbarnos la peke directa al agua, y al momento vino con dos estrellas de mar vivas, venía alucinada; las había sacado ella sola de la arena.
También visitamos una granja de ovejas donde nos explicaron todo lo relacionado con este sector, el más importante del país.  No ha habido ni un solo día que no hayamos visto cientos de ovejas a los lados de la carretera.  Así que la visita a la granja nos ha ido genial, de lo más recomendable a los que venimos de ciudad y no hemos visto jamás esquilar a una oveja. El sitio se llama The sheep’s world. Está a 40 minutos de Auckland, y de verdad, si tenéis hijos vale la pena ir, verán todo tipo de animalitos de granja, les darán de comer y les podrán dar el biberón incluso a las más baby. Además es muy curioso ver cómo los perros suben al prado a buscarlas y se las bajan al granjero. Todo un showman el granjero!!

Hablando de carreteras, tengo que felicitar a mi copilota en este viaje; ha intentado con todas sus fuerzas (o lo aparentaa, jiji) guiarme por este país mapa en mano; los que conocéis a Anna ya sabéis que la orientación no era uno de sus fuertes, sigue sin serlo pero progresa adecuadamente. Un espectáculo verla girando los mapas buscando pueblos, hasta Laia acertaba más caminos que ella. Una noche volvíamos de cenar y la peque y yo nos fuimos a tomar un helado, Anna se fue sola hacia el motel…y de repente Laia exclamó “Papa, no la deixis sola que es perdrà??, i que farem sense mama??” jajaja. Cuando está disfrutando Anna de verdad es en las puestas de sol, dice que no ha visto cielos como aquí.

Hoy hemos acabado la ruta por la zona oeste de la isla Norte, quizás la menos visitada. Muchos kilómetros sin cruzarte con nada, ni coches, ni casas, solo naturaleza; nos ha gustado mucho. De camino hemos estado en Waipoua Forest, un bosque con unos árboles llamados kauris que son enormes, no llegan a la altura de las secuoyas, pero había algún ejemplar de alucine de lo ancho que era el tronco. Laia ha disfrutado mucho y decía todo el rato "no hi ha d'aquests a Terrassa, papa, és xulíssim".
Esta foto nos la ha hecho la peke hace un ratito, tenéis que verla enfocar
Así acaban nuestros días por Nueva Zelanda; ahora nos vamos diez días a  Melbourne, a descubrir esa zona e intentar ver canguros y koalas en libertad, tenemos a Laia emocionada. También aprovecharemos y pasaremos por el Open Australia de tenis, tenemos a un primo de Anna que es entrenador y  nos ha gestionado pases y  todo (gracias Marcos). Y a Rubén Ramirez, un gran amigo al que animaremos en las gradas como al que más.  Prohibido perder en primera ronda, que para una vez que me voy a cruzar con amigos en este viaje…